Graciadas las inauditas consciencias
renuentes a la comprendida disolución,
pues desde el interior de los ojos
se abren las promesas.
Mientras buscan propias pertenencias
se desmoronan en la ignorada destitución;
flores marchitas reunidas en manojos
son la última prueba de destrezas.
Ratificadas y adjudicadas con creces
cuando ya no aguantaron los meses:
la solvencia en la suficiencia no perece,
y la injusticia sin desdicha no se ofrece.